Se puso en marcha el Festival de Peñas de Villa María
El público de pie recibió en Villa María a Alejandro Sanz a las 23.42, después de que las luces se apagaran en el anfiteatro y comenzaran a sonar los vientos jazzeros de su gran banda. Los gritos, los suspiros y los aplausos se encargaron de calentar el recibimiento en la agobiante y calurosa noche.
Con lentes oscuros y con su guitarra colgada, Sanz salió a comerse al público con una versión de Hoy que no estás. “¡Dime Villa María pa’ qué!”, cantó el español. El show continuaba así el súper programa internacional que abrió su compatriota Malú un rato antes, y que cerraría Luciano Pereyra al cierre de esta edición.
Luego seguiría con la irresistible Quisiera ser, para un coro al unísono en las plateas y tribunas. Más emoción de entrada llegaría cuando invitó a cantar Desde cuándo a Malú, a quien presentó como “mi hermana más chica, a mi niña del alma. Prácticamente era una niña cuando la conocí y cantábamos en mi casa juntos. Para mí es un orgullo, un placer, cantar aquí juntos”. Ofrecieron una gran versión, con una ajustadísima banda que siguió con Me sumerjo.
Inmediatamente, para Corazón partío, Soledad Pastorutti fue la elegida. Junto a Sanz, protagonizaron uno de los momentos más intensos de la noche, con corazones de utilería siendo agitados en todos los sectores de la tribuna.
Arranque letal
En su edición número 51, el Festival de Peñas inició un camino que tiene como destino un lugar de consideración en la historia de la música popular en Córdoba. Con entradas agotadas desde hace días, y con el agregado de una tribuna auxiliar para sumar capacidad extra, el evento que catapulta a Villa María a la agenda continental encendió los motores y arrancó con todo.
Desde temprano, la terminal de Córdoba Capital mostraba un movimiento incesante de parejas, familias, amigos y aventureros que caminaban entre las boleterías buscando la mejor opción para llegar: nadie quería perderse el inicio de esta edición que promete quedar en la memoria con una programación de impacto.
Pasadas las 21.30, Soledad y Rony Vargas dieron inicio a la parte central de la noche. “La Sole” mostró una vez más su soltura como animadora y arengó a la tribuna para que ovacionara a sus artistas preferidos. Luego llegó el turno de Mariano Luque, quien fue el encargado de cerrar la previa a los números centrales de la noche con un poco de chaya riojana y un show que le valió el reconocimiento de todo el anfiteatro.
Luego de un breve momento en el que la orquesta estable del festival confirmó el perfil televisivo del evento, como si se tratara de un late night show en formato gigante, el histriónico Nazareno Mottola se lució recorriendo las tribunas y hablando con el público, al punto de terminar subido al alambrado cuando Rony anunció que era tiempo de la primera figura.
La hora internacional
A las 22.20, la española Malú hizo su ingreso al escenario del anfiteatro. Para ese instante, las tribunas ya lucían colmadas y el fervor popular se hacía notar. La expectativa crecía y el correr de las horas había acelerado las pulsaciones de muchos de los presentes, que se repartían en ovaciones para Alejandro Sanz, Luciano Pereyra y la propia Malú. La artista madrileña inauguró oficialmente el festival con un repaso por su imponente discografía y con algunos adelantos de su inminente decimosegundo álbum de estudio.
Celebrando 20 años de carrera, dio un concierto acorde a su estatus de estrella en la península ibérica. Bastó escucharla y verla sólo por unos minutos para entender por qué el propio Abel Pintos la eligió para una colaboración en su último disco (la sentida balada Oncemil). Su música quizás no sorprenda ni signifique nada nuevo en el universo del pop, pero su manera de interpretar y conectarse con las canciones es suficiente para generar una identificación palpable con el público.
Invisible, canción que titula su próximo lanzamiento, fue uno de los puntos más altos de un show en el que no faltaron clásicos de su repertorio como Deshazte de mí o Te conozco desde siempre. El pulso rockero de la banda (que tuvo un momento especial para lucir su virtuosismo) acompañó el despliegue de una cantante que califica como frontwoman en cada uno de sus gestos. Entre el pop más sentimental y varios momentos de distorsión y adrenalina, la española fue construyendo una actuación sólida y de gran contundencia escénica, que fue retribuida con aplausos, gritos multiplicados que la calificaban de “diosa” e “ídola” y hasta una emotiva ovación “de cancha”.
“Hay una canción que es mi compañera. Es la primera con la que me presenté en mi vida, con la primera canción que puse un pie en la Argentina. Esa gran compañera que desde hace 20 años viene conmigo. Esa gran amiga que me abrió la puerta de un montón de lugares… y que os quiero presentar aquí, desnuda, con lo más grande de su belleza. Ella es Aprendiz”. Así introdujo al primer gran clásico de su carrera, en una versión íntima y sentida.
“Es un sueño para mí estar en Villa María”, había dicho a poco de comenzar, marcando una vez más el prestigio que ha ganado el evento en los últimos años. Cerca de las 23.30, Malú dejaba el escenario con la certeza de haber dado un paso fundamental en nuestro país.
Sanz, siempre Sanz
A las 23.40, el español comenzaba a reparar aquella ausencia que dos años atrás había resonado fuerte en los corazones villamarienses. Quizás por eso, el concierto se vivió de manera especial arriba y abajo del escenario. Luego de elogiar el crecimiento del festival, Sanz aseguró: «Cuenten conmigo siempre. Nosotros somos sencillitos, así que ya saben». Inmediatamente después, arremetió con Looking for paradise, canción compartida junto a Alicia Keys, que en este caso estuvo reemplazada por una de las coristas de la banda del español.
En ese punto radicó gran parte del éxito rotundo del show de Sanz, que recorrió diferentes pasajes de su discografía acompañado por un ensamble que exhibió soltura, groove y fusión latina con toques bien propios de la tradición musical ibérica. Con enganches permanentes entre tema y tema, el cantante dejó en claro que su obra resiste el paso del tiempo con elegancia. Pero además, su banda y el fervor del público se conjugan para ofrecer un espectáculo de primera línea.
Luego de Amiga mía y Mi soledad y yo, una verdadera sorpresa llegó en el estribillo de Y, ¿si fuera ella?, que fue entonado por Luciano Pereyra y generó otra de las grandes ovaciones de la noche. Hacia el final, No es lo mismo confirmó su vigencia como gran hit (con 15 años sobre los hombros) y dejó todo listo para los bises, que incluyeron al propio Sanz regalando una versión desde el piano y un cierre en plan electrónico que sirvió para poner de pie a todo el anfiteatro.
Broche de oro
Luciano Pereyra subió al escenario cuando el reloj indicaba la 1.40 y, de entrada, demostró por qué fue el encargado de cerrar la primera noche de Villa María 2018. Además de estar acostumbrado a la parte final de la grilla de los festivales, Pereyra ya tiene para sí y su público un cancionero que no da respiro. A minutos del inicio llegó Sin testigos, que fue replicado en las gargantas de gran parte de los presentes.
Poco después tuvo lugar otro de los grandes momentos de la jornada. Cuando Soledad volvió a subir como invitada, esta vez para cantar Zamba para olvidar, el clásico de Daniel Toro que sonó como si hubiera sido compuesto para este dúo improvisado. «Es alguien que respeto y admiro, como persona y como artista», dijo Pereyra al despedir a la embajadora de Arequito.
Sin embargo, con el paso de los años la música de raíz quedó de lado en el reportorio del de Luján. Con Dos mundos, el cantante inició una seguidilla en la mejor tradición de himnos románticos. Sobre el cierre, pidió que las luces bajaran y elevó una consigna: «Se encienden todos los celulares para que el mundo sepa que estamos de fiesta».
Luego llegaron Perdóname y Porque aún te amo. Y aunque el charango volvió a aparecer en No te puedo olvidar, el clima general del show, relajado y centrado en la figura magnética de Pereyra, estuvo siempre más cerca de un recital pop que de un encuentro folklórico.
Para el cierre, llegaron los momentos más bailables del show, aunque un triple bis pareció no ser suficiente para la fanaticada de Luciano. Luego de una hora de concierto, con momentos para todos los gustos, el bonaerense se despidió en medio de una lluvia de papelitos y el vitoreo general. La gente pidió otra, pero el locutor encargado del cierre anunció lo que nadie quería escuchar.
Por su intensidad y sus variantes musicales, la primera noche del Festival de Peñas dejó la vara bien arriba en materia de espectáculo. Habrá que ver qué depara en lo que resta de la edición número 51 de un megaevento que promete llegar todavía más alto.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior