Policiales

Somos nosotros… o el desastre

A la política siempre es más fácil mirarla desde afuera. Parece sencillo, cuando nos juntamos a tomar un café con amigos, diagnosticar todos los problemas del país y recetar soluciones expeditivas. “Acá lo que hay que hacer es…”. En Argentina tenemos un presidente, pero 40 millones y pico de aspirantes al cargo. Reconozcámoslo: no es difícil imaginar que, si estuviéramos en el sillón de Rivadavia (o, como mínimo, en alguna intendencia, cerrando a las 13 para volver a las 17 hs), la tendríamos clara a la hora de poner las cosas en orden.

Pero llegar al poder no es igual a sentarse en una cabina de mando. Llegar al poder es estar tironeado por miles de coyunturas, de intereses diversos, de sectores, de contradicciones y conflictos. El estado no es un auto de alta gama que responde a la mínima orden de quien va al volante. Se parece más bien a un colectivo que avanza desbocado, sin poder frenar, y que el conductor, cual Keanu Reeves en Máxima Velocidad, debe manejar lo mejor posible. No como quiere, sino como puede.

A veces da la impresión de que el gobierno nacional no ha podido reponerse todavía del shock de verse de golpe al frente de un país tan difícil de manejar. La llegada al poder de Mauricio Macri se produjo en forma bastante inesperada, pero a la vez contundente. Su fuerza política ganó la Nación y la Provincia de Buenos Aires, y logró conservar la CABA. Pleno de ese optimismo, el gobierno de Macri se propuso implementar de inmediato las políticas que venía proponiendo desde hacía años: cuando él también era nada más que un presidente potencial.

Inevitablemente, llegaron los tropiezos que siempre se producen cuando la fantasía se choca con la realidad. El gobierno también tuvo aciertos, y a veces actuó con un exceso de timidez. Es una timidez que se acentúa ahora, antes de las elecciones, con un kirchnerismo fortalecido gracias a los errores de Cambiemos.

Esta semana, charlando con el amigo Rosendo Fraga, me llevé toda una lista de frases interesantes sobre las próximas elecciones:

-“Cristina tiene un 30% de chances de ganar. Massa es el improbable que gane”.
-“Una limitación del gobierno es entender cómo funciona el tercio de la población pobre del Conurbano (que es el que) vota al peronismo”.
-“Nos guste o no el peronismo es la fuerza política que mejor entiende la complejidad, ambigüedad y contradicción de los argentinos”.
-“Macri puede ser la bisagra hacia un cambio. Es una transición. Con él hay que ser realista. Macri quiere ser recordado en la historia como el presidente que transformó la infraestructura del país”.

Eduardo Reina como moderador de la charla de Rosendo Fraga en FADEEAC
Eduardo Reina como moderador de la charla de Rosendo Fraga en FADEEAC

Estas observaciones dan para un análisis muy extenso. Es verdad que, en las elecciones de medio término, donde en general es difícil arrebatarle el poder a quien lo tiene, Cristina podría ganar. Claro, “nada más” que en la provincia de Buenos Aires… nada más y nada menos.

Lo cierto es que sigue siendo un símbolo vivo en el panorama político actual, y en gran parte porque el propio gobierno la eligió para polarizar. A ambos bandos les viene bien el relato apocalíptico: “somos nosotros, o el desastre”.

Si, como sociedad, nos proponemos desdramatizar un poco, haríamos bien en pensar en los méritos y la capacidad de los candidatos, en lugar de lo desastroso de las alternativas. Hay una inseguridad, muy notoria en el caso del gobierno, de las posibilidades de ganar sólo basándose en la gestión. Saben que es necesario realizar acciones para todos, y sencillamente queda poco tiempo antes de las elecciones.

Hay una franja de ciudadanos que no recibió los beneficios que intentaron darle, más que un dólar liberado, palos, aumentos de combustibles y servicios, aerolíneas low costs, extensos diálogos por los limones con líderes mundiales, discursos en inglés desde Hamburgo, indicadores de los supermercados en caída libre, vuelta de los vendedores de barrio, con fiado y compras por día… Incluso iniciativas muy buenas como las quitas del IVA a los alimentos de la canasta básica, que gran parte de la sociedad no pudo aprovechar por no estar bancarizada.

En el tironeo entre lo real y lo posible, los aciertos y los desaciertos, es casi natural que decidan jugar todas las fichas a la confrontación con Cristina. Pero, si Macri se propone en verdad ser una bisagra -como sugería Rosendo- y no solamente un “recreo” entre dos gobiernos de Cristina Kirchner, debería empezar a jugar su propio juego y definirse por lo que él es, sin pensar en contraposiciones.

Pensar en qué hacer para toda esa gente que, habiéndolo votado o no, todavía no sabe qué vino a hacer. Y sobre todo, como al presidente le gustan las metáforas futbolísticas, ponerse la camiseta, salir a la cancha, y jugarse entero sin pensar en lo que pasará en el partido de vuelta.

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(*) Magister en Comunicación y Marketing político Universidad del Salvador. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Dirección y Realización Televisiva. Buenos Aires Comunicación BAC. www.eduardoreina.com

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Eduardo Reina

Consultor especializado en Comunicación Institucional y Politica, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político. Universidad del Salvador, USAL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2004. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Actual Presidente Tres Cuartos Comunicación y es Docente Universitario. Anteriormente fue Vicepresidente de Estudio de Comunicacion, multinacional española que figura entre las 10 empresas del ranking de Merger Market de empresas Europeas. www.eduardoreina.com

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