Un traficante de esperanza: «Participé de una banda narco, la primera que hubo en San Francisco»
Corría el año 1997 y una de las primeras bandas de narcotraficantes de la ciudad empezaba a caer tras una importante investigación policial. Un integrante principal era Diego Escobares, que con sólo 18 años era parte de las actividades ilícitas de este grupo.
Emocionado «el Loco» contó que luego de estar preso y con más de 20 años de adicción, hoy lleva 22 meses sin consumir. «Tomaba desde las 7 de la mañana. Llegué a pesar 42 kilos, estaba desquiciada mi cabeza, salía con armas, la gente me tenía miedo», agregó. Además confesó: «en el último tiempo me fundí todo lo que había hecho en mucho tiempo. Llegué a tocar fondo no sólo en lo económico sino en el vacío que tenía, y ese vacío solamente lo llenó Cristo».
Hoy tiene 40 años, es acompañante terapéutico, dejó atrás las adiciones y es encargado del lavadero «Adulam» que se encuentra en la intersección del Bv. Saenz Peña y Formosa de la ciudad. Trabaja junto a la asociación civil que lleva el mismo nombre, ayudando a jóvenes que quieran salir del mundo de las drogas por medio de la fe y del trabajo.
«Hoy pegás una patada y salen chicos con adicciones, cada vez más pequeños y usando otras drogas más potentes», relató Diego. Con preocupación y como quien conoce en carne propia las consecuencias, agregó: «estamos en una etapa muy dura de los chicos con adicciones y hay que estar atentos, hay que ayudarlos, tanto de cualquier parte política o como fuese. No los dejemos porque hay generaciones que se están perdiendo».
Cuando cuenta su experiencia personal y se le dibuja una sonrisa en su rostro. «Mi vida cambió cuando me di cuenta que Cristo faltaba en mi vida», narró. Luego de ésto contó que trabajó en varios lugares hasta que comenzó a funcionar el lavadero. «Me dieron la oportunidad para estar como encargado. Hoy estamos viviendo 3 personas en este lugar y 4 trabajando. Todos son chicos que tuvieron problemas con adiciones», describió Diego sobre el emprendimiento que depende de Adulam . En cuanto a la asociación, «el Loco» explicó: «hoy estamos abocados a los chicos que necesitan. Es un lugar de contención».
«Es duro el tema de drogas porque nadie lo quiere tratar pero creo que Dios me capacitó para que hoy pueda contarle a los chicos que es feo estar preso, depender de la droga, moverse en una banda de narcotraficantes», narró el entrevistado. También remarcó que todo tiene consecuencias, «quedamos en bancarrota, en el agujero que nadie quiere quedar, pero siempre hay una mano de la gente que te quiere y del Padre celestial que te fortalece», aseguró
Un trabajo constante
Diego relató que «trabajan en la parte espiritual» y la califica como «muy importante» y según él se realiza «en base a la palabra de Dios -la Biblia- y el trabajo». Además, subrayó: «eso hace que las personas corrijan el camino, Cristo hace que se corrijan los caminos». Asimismo contó que no sólo están detrás de los adictos sino también de las familias de sus familiares, amigos, y parejas.
Actualmente se reúnen en un grupo denominado «Célula» los miércoles y viernes en la calle 102 en Frontera, al que asisten más de 20 personas regularmente. Entusiasmado, Diego SEGURÓ que está «en esa linda experiencia» y que a pesar de que sólo hace dos años que funciona el grupo han tenido «mucho éxito». Además, agregó:«incluso tengo amigos que les llevaba la mercadería que hoy también están en la Célula y recuperados. Solamente recibieron a Cristo y hoy llevan a sus familias a la iglesia».
La organización es liderada por Rubén Monjes y hay dos personas más colaborando. Uno de ellos es Carlos Pioli que es el encargado de las internaciones. «Estamos trabajando con otras instituciones como Reto a la Vida, Remar, Vivir libre, la iglesia Nueva Vida y otras congregaciones», enumeró Escobares. También detalló que «hay lugares pagos y algunos libres y gratuitos, asimismo existen internados y de asistencia ambulatoria, y comentó que a futuro piensan en dar marcha a un emprendimiento de panadería «para que los chicos tengan otra salida laboral».
Historia
De su vida Diego dijo: «participé de una banda de narcotraficantes, la primera que hubo en san Francisco». En su relato describió: «era un niño, tenía 17 años y en el afán del dinero, de sentirme más visto me metí bien adentro de la banda, era uno de los ejes principales». Sostuvo que se metió con gente que no debía sin darse cuenta de las consecuencias.
«Mi familia estaba bien constituida, papá, mamá, dos hermanos. No tendría que haber hecho lo que hice y haber seguido estudiando pero creo que estaba todo armado para que hoy pueda contar este testimonio», aseguró.
Luego de la investigación iniciada en el 97, el 28 de noviembre de 1998 la policía realizó un allanamiento en la casa de Diego, y posteriormente lo llevaron detenido bajo la carátula de «tráfico de drogas».
Escobares estuvo 2 años y 8 meses preso. Sobre su estadía en las cárceles contó que lo llevaron a Bell Ville, y de ahí lo trasladaron a Villa María a una cárcel de máxima seguridad. «Se me dicta la preventiva y cuando fui a hablar al fiscal me dice que estaba hasta las manos, que me habían encontrado con 10 kilos de marihuana y que era parte de la banda porque había escuchas en donde se me nombraba», describió. Cumplió el resto de su condena en la penitenciaría de San Francisco.
A todo esto, Diego agregó: «Caigo justo en la celda con el tipo que mandaba todo el pabellón, manejaba todo. Caí con gente que pensaba que me podía sacar bueno en eso, y fue tal cual». A pesar de seguir en el mundo de las drogas, Diego destacó: «nunca fui golpeado, ni violado, ni me pegaron. Tuve siempre la mano de Dios que me cuidaba».
Además, contó que estando arrestado su novia nunca le faltó, y agregó que «fue un apoyo muy grande siempre». Tiene una hija nacida durante su condena en la cárcel, y cuando obtuvo la libertad se casó y hoy es padre de dos niñas.
Al terminar su condena, empezó a vivir con su familia pero siempre con la adicción detrás. «El hombre es la única especie que tropieza con la misma piedra y yo tropecé con la misma piedra y con una adicción más fuerte, con cocaína», dijo Escobares. Luego de varios años de no trabajar en el ambiente de las drogas ante una mala situación económica recayó en las adicciones pero, según relató, «esa vez en las sombras».
Diego expresó que en todo ese tiempo siguió consumiendo y que a pesar de que su familia se lo imaginaba siempre lo negó. «El adicto llega a tal punto que hacemos creer las cosas que no son. Somos muy mentirosos, muy confabuladores, siempre hay alguien a quien acusar», agregó. Aseguró que no vendía para drogarse, pero que siempre estaba inmerso en el ámbito. «La piloteé un tiempo hasta que empecé a drogarme de una forma que no podía dejar de consumir», completó.
Ante la consulta de cuándo decidió que su vida tenía que cambiar, Escobares relató: «me hizo el click cuando veo que quedé solo. Cuando las personas que quería no me llamaban más ni para compartir la mesa». Luego de vivir en otros lugares y escuchar hablar de Dios, regresó a su casa en el 2016. «Con ayuda de gente del barrio, que conocía de chico, que eran vecinos empecé a salir adelante, Me dieron mucha ayuda espiritual», sostuvo el entrevistado.
Reflexión
Diego explicó que está «trabajando para la obra de Dios» y a pesar de que todavía no pudo recuperar a su familia hoy se puede sentar a comer con sus hijas todos los días. «Volvió el Diego, volvió papá, volvió el loco como me decían en casa». Además, dijo«Hoy estoy trabajando para una mamá o un papá desesperado. Está mi teléfono, está Adulam para ayudarlos «.
Remarcó también que no trabajan para partidos políticos, pero que necesitan la ayuda de todos para que la misión de esta asociación se difunda. «No está solo el adicto. Hay una célula, hay un lugar, una compañía, y ante todo está Jesucristo que es nuestro mejor amigo».
En los ojos de Diego se puede observar esperanza y fe. «Se puede salir de las adicciones, vivir de una forma diferente, sonreír, volver a confiar en uno mismo y que las personas confíen en vos. No es fácil pero se puede», afirmó.
Además, dejó un consejo para quienes podrían estar atravesando una adicción: «Pedí ayuda, hay un Dios que ha venido a buscar lo vil y menospreciado que somos nosotros. Podemos salir de la vida que teníamos, no hay que perder el tiempo en eso. Con compañía, con gente que te quiera, buscando la salida, se puede».
Por Omar Giorgis
Pasante del CUSF