Tres de cada cuatro argentinos ya ven afectada su economía personal
Mimí trabaja en una de las peluquerías más conocidas de Córdoba, y su dueño les dijo que no consiguió el crédito del banco y que no tiene para pagarle el sueldo. Marcelo es jardinero, con un hermano diabético, y cumplía la cuarentena a rajatabla: se quedó sin plata esta semana y salió a ver si alguien lo contrataba para algo. Julio dice que en la concesionaria de autos donde trabaja –una de las más grandes de Córdoba– les pagaron a todos el 80% del sueldo.
Renault, en acuerdo con el gremio, acordó conservar todos los puestos, pero pagando el 60% y no el 75% del salario. A Julieta, empleada en un call center, le liquidaron el 65%. Susana es monotributista C, no entra en el bono del Gobierno, y se desespera por los gastos fijos de su comercio de descartables y cotillón que, por supuesto, está cerrado.
Alejandra trabaja en una cadena de comidas rápidas: no le pagaron el presentismo ni los días no trabajados y terminó cobrando seis mil pesos, un tercio de lo que cobra siempre. Fernando es empleado en un cine, donde la cuarentena empezó antes del 20: marzo lo cobró en dos veces, pero ni idea de lo que pasará en abril. Emilia es arquitecta, adelantó todo el trabajo atrasado, pero sabe que nadie le pagará los honorarios del mes si las obras están paralizadas.
El hilo de historias podría seguir muchos párrafos más, enumerando casos de recorte de ingresos para el mes de marzo, que en teoría ya se pagó. En el caso de los independientes, en el último tercio del mes el flujo fue cero.
La consultora Poliarquía midió cuánto han perdido los argentinos en el primer mes de la cuarentena, dispuesta por el avance del coronavirus en el país. La encuesta, de 3.746 casos, fue hecha entre el 27 de marzo y el 3 de abril, la segunda semana de aislamiento y arroja que al 78% (3 de cada 4) la cuarentena afecta su economía personal, con una gradualidad en el impacto que tiene que ver con el tipo de relación laboral: los independientes son lo más afectados, le siguen los privados y, por último, los empleados públicos.
“Cuando uno mira qué responden los jubilados o los empleados estatales, son los sectores que dicen que menor impacto están teniendo; la gente independiente es la que más está sufriendo”, analiza Alejandro Catterberg, director de Poliarquía.
El impacto es evidente, y eso que la encuesta fue hecha durante la segunda semana de cuarentena; ahora empezamos la cuarta: el 71% reconoce una merma en sus ingresos. De ese porcentaje, 30 puntos son los que consideran que bajaron “algo”; 28% dice que bastante y el 13% asegura que se quedó sin ingresos. En tanto, un 21% dice que no variaron.
Entre los que no vieron afectados su salario de marzo, 56% son empleados estatales, 28% son jubilados, 27% son privados y apenas 7% son independientes. En tanto, en el 48% que dice que sus ingresos mermaron predominan los independientes: 25% dice que bajaron algo y 42%, bastante. Esta categoría es muy amplia y abarca tanto a la dermatóloga que tuvo que suspender todos sus turnos como al “profe” por horas a domicilio, al pintor o al carpintero.
Precario
Como consecuencia de la pandemia, la situación económica de los hogares se volvió más precaria: el 49% tuvo dificultades en marzo para llegar a fin de mes. Apenas el 6% dijo que puede ahorrar y el 43% dice llegar con lo justo, sin dificultades.
Lo preocupante de este panorama es que se trata de la “foto de marzo”, cuando la cuarentena empezó el 20 (afectó sólo 10 días de 30). ¿Qué pasará en abril, ahora que sabemos que, como mínimo, hasta el 27 no habrá actividad? Apenas el 34% cree que seguirá teniendo ingresos con normalidad.
Las empresas de todos los sectores atraviesan dificultades, incluso las que están trabajando. Las esenciales, como las de salud, han tomado créditos al 24% para pagar los salarios de marzo, dado que están trabajando, como mucho, al 40% de su capacidad. Y algunas, con altos costos dada la inversión en infraestructura, previendo las consecuencias de la pandemia. Las estaciones de servicio venden entre 10% y 20% de lo que despachaban habitualmente; y las empresas de transporte, jaqueadas antes, están al borde del colapso mientras recorren las calles con seis pasajeros. Sólo salvan la ropa las que producen alimentos básicos (en el resto, el consumidor es cauteloso), y artículos de higiene y medicinales.
De todos modos, pese a que una mayoría reconoce que el aislamiento lo afecta económicamente, el 82 por ciento está de acuerdo con la medida. El último día en que se hizo esa pregunta fue el 2 de abril, pero Catterberg cree que eso no ha variado demasiado. “A futuro, eso dependerá del nivel de descontrol en términos de salud/muertos/ colapso del sistema, la economía, el control de la calle”, advierte.
En la medida en que exista el temor de que eso no está encauzado, la cuarentena seguirá teniendo aval social.
Marcelo, electricista
Marcelo Quiñones es electricista matriculado en la ciudad de Córdoba. Forma parte de los servicios esenciales que contempla el decreto de necesidad y urgencia que dictó el Gobierno nacional y, en teoría, está autorizado a circular por donde quiera. Cuenta con el certificado único habilitante, pero no circula casi porque no hay trabajo.
“Nosotros prácticamente estamos sin trabajar, nadie te llama para hacer una obra eléctrica, y la obra pública y privada están paradas”, cuenta.
Paga alquiler y hace 20 días que casi no tiene ingresos. “Salvo una emergencia, nadie va a disponer del dinero que tenga para una obra, sea poco o mucho. A ese dinero seguro lo va a reservar”, analiza el electricista matriculado.
Por un lado, está la decisión en los hogares de ser muy cautelosos con el dinero. Y por el otro, pesa la cuestión sanitaria por el avance de la pandemia del coronavirus.
“Nadie llama a alguien externo a entrar a su casa, todos tienen miedo de que alguien traiga el virus; y también nos da miedo a nosotros al entrar a una casa en la que no conocemos la situación”, describe Marcelo.
“Yo no tengo otro recurso de donde sacar dinero. Pago alquiler, la situación está muy dura y con pocas perspectivas de mejorar en el corto plazo”, se lamenta.
Daniel, puestero
“Por suerte, la cuarentena obligatoria me encontró con unos ahorros, pero tuve que poner en venta el auto, porque a los chicos que están conmigo les sigo pagando, cobran 10 mil pesos por semana y les pago igual; tengo el colegio privado de las chicas y las cosas de la casa: la luz, el gas, el agua, el teléfono”, cuenta. Sabe de feriantes que hacen la diaria, que cargan con lo que venden en el día y que hoy no tienen un peso.
Daniel está al frente de un puesto en una de las ferias francas que recorren la ciudad de Córdoba. El jueves 19 tenía la carga ya hecha –es decir, el camión con verduras listo para el día siguiente– cuando desde el Gobierno nacional se dictó la cuarentena. La Municipalidad los dejó trabajar ese viernes 20, pero ya después no, alegando que no es posible controlar el distanciamiento social en las ferias, aunque sean al aire libre.
Los feriantes quisieron incluso hablar con el área de Ferias y Mercados, pero no tuvieron suerte. “Nos mandaron a decir que nos iban a incautar y sacar el permiso si armábamos un puesto”, cuenta Daniel.
“Pero ya el lunes salgo a hacer un reparto porque no nos da el bolsillo, no sé si es legal o no; tengo el permiso de la feria y espero que como estoy haciendo delivery no me digan nada, pero la verdad es que ya no se aguanta”, asegura el feriante. “Qué le vamos a hacer, será cuestión de barajar y empezar de nuevo, lo único que yo espero es no endeudarme”, concluye sobre lo que está viviendo en medio de la pandemia.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior