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El Ventanal busca voluntarios que se sumen al equipo de trabajo

Este proyecto surgió en enero del año pasado, a partir de la inquietud de un grupo de jóvenes que se preguntaban cómo ayudar a aquellos chicos que debían rendir materias y cuyas familias no tenían la posibilidad de costear clases particulares. Quienes deseen colaborar, pueden escribir a la fan-page “El Ventanal” o acercarse los miércoles y jueves de 15.30 a 17.30 a la sede del Centro Vecinal Barrio Hospital.

“Siempre es válida la colaboración material, pero también lo vincular es fundamental”

Matías Córdoba, quien trabaja desde el primer minuto en este espacio, asegura que la respuesta por parte de los vecinos de la ciudad siempre fue muy positiva; más de una vez debieron pedir colaboración a la gente y recibieron recursos materiales, útiles escolares, garrafas y pantallas para soportar los días más fríos, entre otros elementos. Sin embargo, la mayor demanda que tienen es precisamente de voluntarios que se sumen al trabajo “San Francisco es muy colaborativa, pero más desde la mirada de la caridad, no desde la solidaridad que es renunciar a cosas que nos duelen, que son importantes y que implican sacrificio. No se trata solamente de desprenderse de lo que no nos sirve. Nosotros no hacemos esto por caridad, y aunque siempre vamos a recibir con gratitud toda la ayuda, nuestra mayor demanda es el recurso humano de gente que venga a colaborar. Sabemos que el tiempo en la sociedad en que vivimos es algo primordial, la gente prefiere ir y comprar algo, pero nosotros hemos dejado de lado muchas veces nuestras obligaciones porque estamos convencidos de que el trabajo es acá, desde el barrio y en lo cotidiano. Siempre es válida la colaboración material, pero también lo vincular es fundamental”, explica.

“Aprendemos porque queremos”

Cuando Matías publicó en Facebook su idea, rápidamente se sumaron diferentes personas para colaborar. Consiguieron que la Comisión del Centro Vecinal de Barrio Hospital les brinde un espacio donde desarrollar sus actividades y un mes después estaban trabajando junto a un grupo de chicos.

Prepararon las materias, y cuando terminaron los exámenes fueron los mismos alumnos quienes plantearon a los voluntarios la posibilidad de continuar durante todo el año. Entonces empezaron a proyectar y pensar qué iba a ser este espacio que en realidad estaba pensado en el corto plazo; el primer paso fue elegir un nombre que surgió del lema que pensaron los chicos ‘Aprendemos porque queremos’ y Matías cuenta: “Nos planteamos la idea de que cuando se te van cerrando puertas, hay que abrir una ventana, y así surgió el nombre EL VENTANAL”.

Al principio, trabajaban con los chicos de lunes a viernes por la mañana, pero se sabe que cuesta mucho sostener la tarea del voluntariado, sobre todo porque todos los miembros de El Ventanal son jóvenes que deben combinar esta actividad con el estudio, el trabajo, entre otras obligaciones. Actualmente el espacio recibe a los chicos los días miércoles y jueves de 15.30 a 17.30 horas, y aunque en un principio comenzaron trabajando con alumnos del secundario, la demanda de los vecinos del barrio hizo que el trabajo se extendiera también para los chicos de la escuela primaria. “Eso implica más actividad porque los niños necesitan más atención, y el seguimiento es más personalizado. La idea es que se sume gente para volver a abrir otros días, incluso nos hablaron de otros barrios para que vayamos”.

Rocío, voluntaria de El Ventanal, junto a dos de sus alumnos
Rocío, voluntaria de El Ventanal, junto a dos de sus alumnos

Un espacio de apoyo escolar, y algo más

Además del acompañamiento escolar, los voluntarios buscan constantemente ofrecerles a los chicos otras herramientas y actividades. Cuando terminan de hacer sus tareas, los chicos pueden elegir aquellas actividades que les interesan. “Pintamos, hacemos juegos, porque se busca revalorizar otras cuestiones como la solidaridad, el compromiso; además los llevamos al archivo y museo gráfico, a muestras de pintura, porque queremos apuntar a otros escenarios o a otros ámbitos a los que ellos no están acostumbrados. Al principio hay una negativa a participar, pero después lo disfrutan un montón”.

Según Matías, la necesidad más grande para ellos, más allá del acompañamiento pedagógico, es trabajar en torno a los vínculos y las emociones, por lo que últimamente estuvieron haciendo diferentes talleres para poder abordar aspectos que fueron detectando en su labor diaria con los jóvenes. “Detectamos que hay mucha violencia en el trato cotidiano y discriminación y trabajamos eso, tratando de reconocer cómo nos sentimos y tratando de trabajarlo entre todos, intentando ver cómo transmitimos lo que sentimos, lo que pensamos, lo que queremos decir, y también discutimos temas como la sexualidad, cuestiones de género, siempre desde lo cotidiano”.

El éxito es cualitativo

Matías asegura que desde El Ventanal, el éxito no se mide cuantitativamente, y que con el correr del tiempo aprendieron a valorar que los chicos que asisten un tiempo y luego se van, terminan volviendo “Algunos vienen de barrios muy alejados, y es válido reconocer eso, hay chicos que en la escuela no aprendieron ningún contenido y que acá pudieron aprenderlo, o lo han profundizado”, completa.

Reconoce que el trabajo que realizan es muy difícil de sostener, y que a menudo la realidad puede ser muy frustrante y los obstáculos con los que se encuentran en su trabajo diario están relacionados principalmente con la falta de recursos humanos , pero que al final el trabajar con niños y jóvenes resulta muy gratificante y agrega: “Un día le contaba a un amigo que nos costaba organizarnos, que no encontrábamos voluntarios, y se acerca una de las nenas que asisten al ventanal y me saluda, y mi amigo me pregunta si había visto cómo me saludó esa nena, cómo le brillaban los ojos, y me dijo que eso era lo importante en definitiva, que eso era lo que yo tenía que aprender a ver, y eso es verdad, más allá de los resultados cuantitativos, es importante todo lo relacionado con lo vincular. Los días de lluvia los chicos nos preguntan si venimos, porque este es un espacio de contención donde ellos se encuentran con otros niños con otras realidades, van encontrando sus amigos”.

La dificultad de vencer los prejuicios

Matías destaca la importancia de trabajar con los niños y jóvenes analizando las noticias de los diferentes medios de comunicación, con el objetivo de entender cómo piensa nuestra sociedad a la niñez y la juventud, y cómo se auto-perciben ellos mismos y concluye: “Creo que en nuestra ciudad hay una necesidad de criminalizar a los niños y jóvenes y de poner en el otro la culpa, y por lo general lo hacemos con los más débiles, eso es lo que más nos frustra. Nosotros venimos acá felices, celebramos estar acá y lamentablemente es difícil vencer los prejuicios y se necesita mucho trabajo, porque los chicos vienen al cien por ciento siempre. Son los niños y jóvenes quienes demandan estos espacios y quieren atención, y si caemos en la criminalización estamos reconociendo cómo estamos fallando como sociedad. Nos cuesta involucrarnos porque tenemos miedo de cuestionarnos y no importa cómo, dónde ni con qué ideología se hace, lo importante es que participemos y que el objetivo sea trabajar por una sociedad más justa”.

Junto a Rocío y Matías, los chicos encuentran en El Ventanal un espacio de contención
Junto a Rocío y Matías, los chicos encuentran en El Ventanal un espacio de contención

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