Ya viajan más argentinos adentro que afuera del país
El objetivo era que haya más argentinos viajando dentro del país, que más extranjeros arribaran a estas costas con sus dólares y que los locales viajaran un poco menos afuera. Esa era la meta, al menos, medida en términos de crecimiento interno y de fuga de divisas al exterior, el problema eterno y estructural de la Argentina.
En 2019, esos tres objetivos se están logrando. Después de dos décadas, la Argentina tendrá este año más pasajeros volando dentro del país que argentinos saliendo al exterior; hay –interanual– 20 por ciento más de extranjeros arribando; la salida de argentinos cayó 35 por ciento y se fuga 70 por ciento menos de dólares respecto de 2017, el año del boom al exterior.
Las razones son múltiples: las low cost abarataron sensiblemente los pasajes; aparecieron conexiones nuevas, muchas obviando Buenos Aires; la oferta al exterior se redujo y se encareció en pesos; volvieron los planes largos en cuotas para muchos destinos y hay un nuevo “clima de época” en relación a escaparse unos días y conocer algún destino local.
Movimiento interno
Hay que remontarse hasta 1999 para encontrar el mismo fenómeno de vacaciones internas. Eran 6,8 millones adentro y 6,4 millones afuera. La proyección en 2019 es que 16,6 millones de pasajeros se muevan por rutas de cabotaje, frente a los 15,2 millones que volarán al exterior, según datos de la Administración Nacional de la Aviación Civil que el ministro Guillermo Dietrich presentó en Córdoba hace unos días. En 2018, con una devaluación del 54 por ciento del peso, fueron todavía más los que vacacionaron afuera.
La salida de dólares por viajes y tours de compras fue un severo problema en la gestión de Cambiemos. En 2016 se fueron 8.538 millones de dólares; poco más de 10 mil en 2017 y en 2018, megadevaluación mediante, 5.535 millones.
Este año serán 3.379 millones, una caída interanual del 39 por ciento respecto de 2018, pero del 67 por ciento respecto de 2017.
En 2017, con atraso cambiario, hubo dos argentinos volando al exterior por cada uno que ingresó. “Ese dos por uno se está achicando, pero sigue habiendo desbalance. Son más los que salen que los que llegan”, dice el economista Marcos Cohen Arazi, del Ieral de Fundación Mediterránea.
“Este año tendremos entre 7,5 y ocho millones de extranjeros; creemos que entre la caída del emisivo y la suba del receptivo tendremos una balanza bastante equilibrada”, pronostica Gustavo Santos, secretario de Turismo de la Nación.
Hay consenso de que el dólar caro ya desalentó lo que podía desalentar: el que sigue viajando viajará igual, con independencia del precio del dólar. El viaje, en tiempos de aldea global y del subir todo a redes, se ha vuelto un objeto de deseo para todos. Y hay generaciones incluso que sólo aspiran a viajar.
“Tenemos que dar vuelta ese número, tenemos que promocionar más la Argentina. Porque países como Brasil, México y Colombia tienen más turismo interno y Argentina, en viajeros absolutos, tiene más que Brasil, cuando ellos son 210 millones y nosotros 45”, dice Juan Cruz Lozada, de la red Lozada Viajes.
Cohen Arazi alerta sobre cómo el tipo de cambio influye diferente. “Si hay atraso, el argentino vuela; pero el receptivo no se mueve tanto por eso”, dice.
Entonces, si el emisivo seguirá con un piso de 15 millones de argentinos, hay que trabajar en dos cosas: una, que vengan más extranjeros; y otra, que haya más argentinos volando fronteras adentro.
Ambos objetivos tienen una única respuesta: mejorar la oferta local. “A la Argentina le falta terminar de desarrollar su conectividad aérea, terrestre y digital”, admite Santos.
El arribo de las low cost, que se inició en 2017, triplicó la cantidad de destinos y la reducción del piso de la banda tarifaria impulsó un fenómeno nuevo en un país donde Aerolíneas dominaba todo: la competencia.
En julio fue récord la cantidad de pasajeros en cabotaje: 1,5 millones, con Bariloche e Iguazú como estrellas. La tarifa promedio que se pagó por viaje, según Transporte, fue de 981 pesos. En julio de 2015 era, en pesos constantes, de 1.988 pesos. Es decir que, aun con inflación “adentro” del precio, la tarifa promedio bajó 50 por ciento.
“Hay que continuar la conectividad, que más destinos troncales se conecten entre sí, porque los viajes funcionan por escapadas, muchas veces de pocos días. Por lo que no se puede estar 14 horas viajando”, dice Santos.
Eso es válido tanto para el argentino como para el extranjero, especialmente en un país tan extenso como Argentina, donde los destinos apetecibles están a miles de kilómetros uno de otro.
“No viaja más gente porque a nivel receptivo, en servicios, no estamos ciento por ciento preparados para el turismo”, apunta Federico Schwerkolt, gerente regional de Ola Viajes.
“Salta tiene una excelente relación calidad-servicio, te atienden bien, conseguís buen precio. En Córdoba, ¿cómo explicás que hay muchos lugares que no reciben tarjetas?”, pregunta. Y cita otro ejemplo: la Iglesia de los Capuchinos. “Paso todos los días y está siempre cerrada, cuando en el mundo ese tipo de iglesias siempre está abierta”, cuestiona. “Al extranjero hay que darle servicio, no alcanza con devaluar y ser barato”, agrega.
“Falta calidad en los servicios o calidad acorde al precio, porque el argentino acostumbrado a ir al exterior ve la oferta local con otros ojos; muchos hogares han tenido una salida al exterior y es extendida la idea de que los servicios internos en costas o sierras son relativamente caros”, dice Cohen Arazi.
Divisas
Ahí empiezan a tallar otras cosas, como el peso de los impuestos o de las tarifas. Pero hay que admitir que el turismo no está muy visibilizado como un generador de divisas.
“Argentina no desarrolló su potencial, los privados hacen pero no alcanza y los gobiernos locales no lo han terminado de explotar”, dice el economista del Ieral. Devolver el IVA en hotelería a los extranjeros va en ese sentido.
En 2000, 10 de cada 100 argentinos volaba y en 2015 eran 21, con un crecimiento del 21 por ciento. En ese mismo período, Colombia creció 147 por ciento; Chile 177; Brasil, 190 y Perú, 231. Hoy, el 55 por ciento de los chilenos se toma un avión al año. Pasando en limpio: la región hace rato que vive “la revolución de los aviones”.
“La apertura de Argentina al mundo como hecho político es estratégica”, defiende Santos. Recuerda que Isla Margarita estaba como un destino propio del Caribe, cuando hoy nadie planea viajar a Venezuela. “Las condiciones políticas de un país no son neutras a sus resultados integrales”, dice.
Eso le da una enorme oportunidad para la Argentina de cara al apetito por viajar. “Hay que desarrollar opciones”, insiste el secretario de Turismo. “Hay argentinos que conocen las cataratas del Niágara y no Iguazú, o que han ido al Cañón del Colorado y no a Talampaya”, amplía.
Santos subraya que se seguirán desarrollando destinos emergentes, como la Puna o los Esteros del Iberá. “Concepción del Yaguareté era un pueblo fantasma y hoy tiene hoteles, restaurantes y una red de cocineros del Iberá”, dice.
Eso es trabajo genuino: pesos que se quedan en esas economías, en el que vendió el pasaje, llevó y atendió en el lugar. Y si se logra traer al extranjero, mejor.
Hub Córdoba
De 2015 a hoy, siete rutas de cabotaje más.
2015. En el Ambrosio Taravella había 10 rutas de cabotaje, cuatro aerolíneas y 161 frecuencias.
2019. Hoy hay 17 rutas de cabotaje, operan 11 empresas y hay 273 frecuencias. El crecimiento en pasajeros fue del 274%.
Logros. En el período enero-junio de este año, por Córdoba, pasaron 1.809.573 pasajeros, casi lo mismo que se alcanzó en todo 2015, cuando volaron 1.947.798, incluyendo cabotaje, internacional y en tránsito.
Mejoras. En junio de este año se inauguraron las mejoras en la pista de aterrizaje; está en construcción la ampliación del estacionamiento y un nuevo sistema de balizamiento. Según el Ministerio de Transporte, para septiembre se instalará el sistema de observación meteorológica automático (AWOS) y para diciembre, el esperado ILS, que le permitirá al aeropuerto operar con mínimas condiciones de visibilidad. Subirá a categoría 3A.
Tan viajeros como los países desarrollados
De cada 100 brasileños, cinco viajan al exterior. De cada 100 peruanos, viajan nueve. De cada 100 estadounidenses, viajan 27. ¿Y de Argentina? ¡28! “Si bien hay una tendencia creciente en el mundo, Argentina se ubica con indicadores emisivos elevados en comparación con vecinos”, dice el economista Marcos Cohen Arazi, del Ieral de Fundación Mediterránea. Se ubica cerca de países que tienen mayor ingreso promedio, como los 37 de España.
Es más: en países de la región el turismo emisivo no es un problema como acá, donde provoca un déficit en la cuenta corriente que llevó, entre otros factores, al cepo cambiario del kirchnerismo o a la deuda en dólares de Cambiemos.
“Los argentinos no van a dejar de viajar porque está en su ADN”, dice el secretario de Turismo de la Nación, Gustavo Santos. “Quizá estar en el mundo nos condicione, porque abajo y al lado no tenemos nada y hay que salir hacia arriba; o quizá sea nuestro origen inmigratorio”, sugiere.
“Al argentino le gusta cambiar de idioma, cambiar de país. Los ’90 dejaron esa huella”, agrega Juan Cruz Lozada, de la cadena de viajes Lozada. “Dicen que les gusta conocer Argentina, las cataratas, el Calafate, pero saben que siempre estará a mano”, agrega.
A su entender, el crecimiento del turismo interno se dio por la devaluación. “El crecimiento del turismo interno no se hubiese dado nunca si no se combinaba con la devaluación. Hay más oferta y hay cuotas. Fue la devaluación la que frenó la demanda de vacacionar en el exterior”, completa.
“No se dio sólo por el dólar. El crecimiento interno es porque ampliamos la oferta, bajamos la banda tarifaria para que la propia Aerolíneas se tuviera que aggiornar para competir y porque aparecieron las low cost que permitieron que pasajeros que antes no volaban empezaran a volar”, sostiene Santos.
Conexiones
Córdoba tenía 94 conexiones de cabotaje en 2015 y hoy tiene 156. Las internacionales pasaron de 92 a 124, con un dato que valora el cordobés: en 2015, 15 de las 92 no pasaban por Buenos Aires y ahora la esquivan 40 de las 124.
Además, el pasaje promedio se abarató por presencia de la competencia. De 2017 a esta parte, como low cost, se sumaron Flybondi, Norwegian, JetSmart y Avianca (esta última con problemas).
El 20 por ciento de los pasajeros que se movilizan lo hace por estas low cost, sin quitarle mercado a Aerolíneas. Es más, la aerolínea estatal pasó de llevar 7,5 millones de pasajeros anuales en 2015 a los 10,5 que se proyecta que llevará este 2019. Lo que pasó es que se agrandó la torta: vuela gente que antes no viajaba.
También es cierto que el aumento del tipo de cambio retrajo la salida de viajeros al exterior, de los 17,70 pesos que costaba un dólar en enero de 2018 a los 45,60 de hoy.
“El internacional en pesos se encareció ciento por ciento, lo que hizo que caiga la demanda y se achique la oferta porque hay menos rutas”, cuenta Federico Schwerkolt, gerente regional de Ola Viajes.
Por ejemplo, Copa desde Córdoba tenía dos vuelos diarios a Panamá y hoy tiene uno; Lan llegó a tener 27 vuelos semanales a Chile y hoy está con cuatro; Latam volaba todos los días a San Pablo y hoy tiene tres por semana. Además, Tucumán levantó la ruta a Santiago y a Lima y todas las asiáticas también redujeron frecuencias.
Todo es consecuencia de una baja de la demanda de 35 por ciento.
“En dólares, los precios para salir del país están más baratos; pero están en dólares. A Río, como barato, son 15 mil pesos y a Bariloche vas y venís por cuatro mil y, además, se paga con Ahora 12 y 18”, agrega Schwerkolt.
Eso sí: el que tiene dólares o tiene ingresos dolarizados encuentra pasajes que cuestan hasta el 50 por ciento menos. “Las aéreas no se pueden guardar el stock, el avión sale sí o sí. A Estados Unidos conseguís en 600 dólares y antes costaba 1.200; a Europa ibas por 1.500 euros (1.200 en ‘promo’) y ahora conseguís por 800 o 900, y Miami, que costaba mil, está en 500”, enumera.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior